Concluye un verano, uno más, en el que, quien más, quien menos, ha podido disfrutar de unas merecidas vacaciones, apartado de las preocupaciones del día a día, y, como se suele decir, “cargando las pilas” para afrontar la última parte del año.
Sin embargo, este verano no se ha caracterizado como suele ser habitual por una ausencia casi total de actividad en nuestro sector. Al contrario, ha habido algunos temas de cierto calado que han ocupado nuestras páginas y de los que, sin duda, nos ocuparemos en los próximos meses. Para empezar, hemos asistido a una nueva campaña de acoso a los camiones españoles (y de otros países de nuestro entorno) por parte de los agricultores y ganaderos franceses. Es ya todo un clásico de las épocas veraniegas, pero este año se ha recrudecido con especial virulencia, fundamentalmente gracias a la pasividad de las autoridades y fuerzas de seguridad galas, que se han limitado a asistir como espectadores en primera fila ante la barbarie desplegada (con o sin motivo, eso da igual) de los sindicatos de agricultores franceses. Tanto peor, a nuestro juicio, ha sido la respuesta del ejecutivo español, “manifestaciones y caritas rogatorias, insípidas y sin ningún poder de convencimiento” como denuncian desde ATFRIE, y la ya tradicional teoría de la avestruz del presidente del Gobierno, cuyo lema parece ser: si no hago nada nadie podrá acusarme de haberme equivocado.
También nos sorprendían, ¡¡en pleno mes de agosto!!, con el anuncio de un nuevo proyecto (ya hemos perdido la cuenta) de tramitación de la Orden de modificación de los pesos y dimensiones de los vehículos de transporte de mercancías. Y lo ha hecho tras remitir el borrador a las asociaciones profesionales dándoles un plazo de diez días para pronunciarse, con la indicación expresa de que transcurrido dicho plazo sin haberlas formulado, se entenderá la conformidad al contenido del mismo. Una nueva tomadura de pelo para un sector que se vería directamente perjudicado por un cambio de esta naturaleza y, lo que es más preocupante, un alarde improvisación en el que echamos de menos un análisis serio y riguroso de la incidencia, impactos y repercusiones que tendría esta modificación en la seguridad vial.
Por último, no queremos dejar de comentar lo esperpéntico que ha supuesto presentar unos Presupuestos Generales del Estado para el ejercicio que viene.... ¡¡casi a mitad del año en curso!! Esta iniciativa del Gobierno del PP, que obviamente debe ser legal pero a mi juicio es absolutamente inmoral, no puede ser entendida nada más que en clave electoral, con la mirada puesta en las elecciones de noviembre y comprometiendo los presupuestos del año que viene (no voy a entrar en si son creíbles).. sin ni siquiera saber si serán ellos los encargados de ejecutarlos.
Por lo que concierne al ministerio de Fomento, constatar que, como viene siendo habitual, el reparto de este presupuesto nos deja un claro beneficiado, el transporte por ferrocarril, que se lleva más de la mitad, 5.460 millones del total y, lo más grotesco es que el 67% volverá a financiar ese pozo sin fondo que se llama AVE.
Feliz regreso y espero que volváis con las “pilas cargadas”.
Espero como siempre vuestros comentarios
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