El sector apura la negociación con los ministerios con competencias en transporte por carretera, sobre los que pende la “espada de Damocles” de un conflicto nada deseado. La pregunta es: ¿está el sector suficientemente unido como para, llegado el caso, forzar una negociación por la vía de la fuerza?
Cabe preguntarse por la efectividad de ese tipo de medidas drásticas. Más aún cuando se percibe (la primera la propia Administración) que estamos ante un sector tremendamente fracturado, desunido y enfrentado por una amalgama de intereses muchas veces opuestos. Y claro, si cada uno hace la guerra por su lado, la derrota es un hecho. |
Estos días hemos asistido a como el sector del taxi ha salido a la calle a reivindicar unos derechos (justos o no, eso ahora no importa) haciendo uso de ese derecho a movilizarse, a socializar los problemas de un sector a toda la sociedad, que sufre los inconvenientes, en mayor o menor medida según sea la capacidad de presión del colectivo de turno.
El objetivo no es otro que encontrar un espacio de negociación, que al principio parece cerrado, porque, ya lo dice el dicho, “el que no llora no mama”. Eso es lo que le ha pasado tradicionalmente al transporte por carretera, al menos desde que en la década de los 90 se llevaron a cabo las últimas grandes movilizaciones, de esas que ahora no se entienden y se critican, colocándolas en la frontera de los “antisistema”.
Cabe preguntarse por la efectividad de ese tipo de medidas drásticas. Más aún cuando se percibe (la primera la propia Administración) que estamos ante un sector tremendamente fracturado, desunido y enfrentado por una amalgama de intereses muchas veces opuestos. Y claro, si cada uno hace la guerra por su lado, la derrota es un hecho.
Por eso, en este último envite del sector, auspiciado por el Comité Nacional del Transporte en aparente armonía, el Ministerio de Fomento, ha optado por sentarse a negociar, no porque temiese las desastrosas consecuencias de un paro patronal auspiciado por el Comité Nacional, sino porque entiende que de la veintena larga de medidas que pide este sector, bastará con ceder en algunas cuestiones, de momento franqueables (mientras no nos venga impuesto desde Europa), caso de la euroviñeta, o prometer (promover, en el lenguaje administrativo) la defensa del sector ante otros organismos con competencias que afectan al transporte, caso de la Dirección General de Tributos del Ministerio de Hacienda con la inclusión en el régimen del gasóleo profesional de la totalidad del transporte profesional de mercancías sujeto a autorización de transporte profesional o el Ministerio de Transición Ecológica el establecimiento de ayudas por inversión en vehículos menos contaminantes mantenimiento del principio de neutralidad energética, así como la desgravación fiscal asociada a la inversión en estos vehículos.
Mucho más importante, por tratarse de una disfunción estructural del propio sector, vamos, uno de esos males que lo aquejan desde el inicio de los tiempos, es la mediación ante el Ministerio de Justicia para conseguir la desaparición de la posibilidad del “pacto en contrario” en la Ley de Contrato de Transporte, que, a efectos prácticos, deja en “agua de borrajas” cuestiones tan importantes como los plazos de pago, cláusula de revisión del precio del combustible o las operaciones de carga y descarga, conscientes de la situación de desequilibrio negociador entre la empresa transportista y sus clientes.
Sólo la no consecución de esta medida justificaría, a nuestro juicio, la ruptura del diálogo con la Administración, porque, Fomento, no puede ampararse en un simple “yo lo intenté, pero no me hicieron caso”. Aún siendo el departamento de referencia para este sector, no es el único con competencias, y todos ellos deberían sentarse a la mesa, sin intermediarios que sirvan para diluir las responsabilidades.
Las mesas negociadoras son un recurso útil por tiempo limitado, muy limitado en el tiempo, y hace bien el Comité nacional en exigir celeridad en la toma de decisiones, porque, salvo pequeñas concesiones, han pasado dos meses y los avances son más bien escasos.
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MB SPRINTER 314 CDI
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