En estos días donde lo que prima es la urgencia por la entrega de la mercancía, donde llegar el primero no es un premio ni un orgullo, si no todo lo contrario, una obligación impuesta, por todos aquellos que ven recompensado el esfuerzo de otros, aun siendo la vida de una persona.
Desde estas líneas, quiero hacer una vez más, la DENUNCIA de que el Transporte mata.
Mata por una sencilla razón, el deseo voraz de las grandes compañías. Las cuales de lo único que entienden es de números, son ellas y no nosotros los que ponemos el ritmo de trabajo, el ritmo de la carretera, e incluso, las que te marcan el ritmo en condiciones medioambientales extremas.
Los que nos dedicamos a este oficio sabemos muy bien lo que decimos.
Somos el grano en el culo, de todo aquel que circula por una carretera. A la vez somos la salvación de los mismos.
Se nos critica por que circulamos despacio, se nos critica porque nos cuesta muchos kilómetros adelantar, en ocasiones nos denuncian por este motivo, pero aun se nos critica más cuando llegamos tarde.
Es muy triste, dejar todo aquello que te importa, por atender las exigencias de una sociedad, que desconoce totalmente un sector, el del Transporte.
El desconocimiento de la sociedad, sobre el sector es visible, a cada momento, y todas las carreteras, nada más hay que ver como se conducen todos lo que circulan alrededor de un camión, todos quieren ponerse delante de el, aun que esto signifique cortar el paso del camión o hacerle frenar.
Somos los que dormimos, noche tras noche entre cuatro hierros, en medio de la noche, mientras, la gran mayoría de los mortales están en sus casas, descansando al calor de la familia.
Somos esos que cuando estamos a cuarenta de fiebre en el interior de nuestro camión, con una temperatura exterior de cinco grados bajo cero, nos venimos a bajo y pensamos si vale la pena, tanto sufrimiento.
Somos eso que bajo en esas circunstancias, (por propia experiencia) llamamos al 112 teléfono de urgencias, y decimos que nos encontramos mal, y la chica o el chico de ese momento te dice que no puede hacer nada.
Soy el compañero de Ricardo Jiménez, que ha fallecido en un Parking, de una Autopista a miles de kilómetros de su casa, Dienze Bélgica, un sitio para visitar. No para Morir.
Tantos sistemas de seguridad, en todos los medios, de transportes, tantas medidas de prevención, tantas cosa que no sirven para nada.
Que tu puesto de trabajo se convierta en tu nicho…
Tengan respeto por una profesión, que es todo sacrificio, la cual, la única recompensa, que tiene…
“Es poder volver, a casa, sano y salvo.”
Desde aquí, quiero mostrar todo mi respeto, y apoyo. A esta familia en particular, y a la gran familia, del transporte en general.
El Camionero Indignado.
…más que nunca!
“Del camión al cielo… ¡no es justo!”
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